VAYA CON LOS CUERNOS

Quién imaginaría hace unos años, por no decir muchos, que la fiesta nacional se habría de convertir en artículo de pura discordia política.  Nadie.  Por entonces era incuestionable que tanto astados como las 'figuras' representaban la esencia pura de la bravura hispana. Del arte genuino y la identidad cultural.
Eso es ya agua pasada.
El lío lo tenemos servido ahora cuando no hay forma de conciliar criterios, ni siquiera de acertar si esto de los toros, los toreros,  la TV  y la madre que los trajo, han de vivir bajo misma cobertura,  o la simplicidad nos lleva inexorablemente a quedarnos con los cuernos solo solos. Bien digo. Solitos y solo.
Los hay defensores de las corridas. En vivo y en pantalla.
Detractores.
Quienes que no dudan de su valor incluso educativo. Mire usted. 
Quienes, que denuncian la presencia del espectáculo taurino como altamente dañino en horario protegido.  Autonomías a favor. Políticos en contra.
Las variantes, muchas más.  Agotador el temario.
A todo esto, los pobres bichos callan. No dicen ni mu. De ser posible, si se diera el caso los toros esconderían los cuernos dándonos lecciones de prudencia oratoria.
Los que tienen la palabra  de momento están a la espera de ponerse de acuerdo. Toda una quimera, se lo aseguro.