LAS QUE SE VAN

JOSEFINA ALDECOA

A todos nos aguarda  el momento decisivo en que "Ya no quedó tiempo"

Ayer Josefina Aldecoa se quedó privada para siempre de su tiempo. Y nosotros con su marcha sentiremos  esa orfandad obligatoria

a que difícilmente nos acostumbramos, por más que se nos impone sin buscarla.  No es sencillo acostumbrarse a las ausencias. No, a despedir a Josefina Rodríguez, (Aldecoa).

No le hicieron falta más segundos de elogios a su labor,  ni de galardones merecidos. Se quedó sin traspasar el umbral del tiempo incluso  para recoger la Medalla de la Igualdad, apenas doce días  antes de su muerte.

La fragilidad  de la memoria, y un alzhéimer declarado  habían hecho mella honda en esta gran mujer, que muchos han redefinido como paradigma de la mujer humanista. También de ejemplo de firmes  compromisos  en una época en que ser pedagoga, escritora y  maestra,   obedecieron a decidida vocación.  Ambas tareas, que compaginó  con empeño durante una  tan dilatada como oscurecida posguerra.

Defensora a ultranza del espíritu de la Institución Libre de Enseñanza, que supo mantener siempre vivo en el pequeño colegio 'El Viso', laico y familiar,insólitamente en medio de un país uniformado, con traje de gris, de azul o del color del frío.

No sabremos encontrar las palabras justas para ensalzar su figura, su talla humana, que como  rasgo de amor eligió incluso la renuncia a su propio apellido. 

Nos ha legado intensa  obra escrita con sus prólogos y libros todos con el eje principal de la Educación y la Memoria. Todos con una clara impronta de transparencia y de sencillez. También de pensamiento.

No va a ser fácil dejar como prescindible a Josefina Aldecoa, ahora que se nos va.

'Los niños de la guerra', 'Historia de una maestra', 'Mujeres de negro', 'La fuerza del destino', n os quedan   como títulos de su producción,   de fácil lectura y que nunca sin embargo  han dejado indiferentes ni a sus lectores n i a sus críticos literarios.