viernes, 11 de marzo de 2011

LA CASA Y SOL BASTA







En la práctica, todos los días nos despiertan con malas noticias. Los humanos no disponemos de una hipotética vacuna que nos previniera de las catástrofes, pongamos por caso.
De suerte que, aún latente un aciago '11-M', no muy lejos de aquel '11-S', otra vez sentimos hoy la sacudida de una nueva catástrofe. Esta vez con la relativa distancia geográfica como para no sentirnos directamente dañados. Hoy le llega el turno a Japón. Y con el terremoto y posterior tsunami, quiérase o no todo el mundo se siente afectado. Todos sin excepción hacen valer su solidaridad para con el pueblo japonés, ejemplar, tranquilo, sosegado y pragmático...
Es natural  que las dimensiones desproporcionadas de la catástrofe solo pueden captarlas  plenamente quienes  por desgracia han vivido el terremoto. Nos hiere saber un 8'4 sobre 10 en la escala de Richter. Sin embargo de hecho   todo el mundo es consciente de lo frágil que se nos muestra la línea divisoria entre
la seguridad y la inestabilidad, por ejemplo. Lo todavía más frágil  de  la línea de separación entre vida y muerte. Los segundos decisivos que convierten cualquier realidad en intemporal.
¿Por cuántos muertos pasaron  al macabro recuerdo histórico los 'onces'?
¿Qué número estremecedor  de muertes colgará del terremoto de Japón?  Una  vez los cauces se restablezcan, todo regrese a la normalidad  y ésta como las precedentes y siguientes brutalidades de la Naturaleza sean simple anécdota, es probable que la Humanidad haya  rebasado el límite de lo soportable.
También entra en lo posible que se abandone,  la humana condición, a un estado  de catalepsia total.
Para entonces no habrá ni gesto de reacción.  Solo recordaremos  'del pueblo japonés disciplinado y educado para soportar tragedias apocalípticas'. Educado para hacer frente con capacidad  envidiable a la ingobernable Naturaleza.
El resto no encontrará ni motivos para inquietarse.
Este es el nuevo mal que se está instalando en los pueblos civilizados endurecidos a golpe de cataclismos.
No les basta una casa del sol naciente, O les sirve de bien poco.

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