Todos caben en este tren de viajeros: Los que leen, los que escriben, los que solo miran y se bajan en la próxima.
martes, 19 de abril de 2011
MÁMA: ¡EL TRANVÍA!
Como nunca llueve a gusto de todos, y si llueve es a despecho de unos cuantos, por llevar la contraria, con el asunto del tranvía no podía esperarse ocurriese distinto.
El tranvía, por su vía y nada más.
Quienes ya hemos sobrepasado con creces la edad de merecer....guardamos archivados sin retocar más que recuerdos de aquel imponente trenecico de dos vagones, con plataforma, con jardinera, con asientos de madera infernal, con raíles y con cobrador vestido de marrón verdusco, que te arrancaba de mala gana un cachico del billete.
Costaba 0'75, pesetas y era preciso conservarlo no fuera que te pillara el revisor sin él.
Entrañable el tranvía. Fue nuestro compañero de viaje a cualquier parte. Y dejaba tiempo y espacio vitales , que se nos antojaban interminables. Rincón comunitario a todas luces, donde no solo repasábamos el último apunte, sino que era lugar de encuentro y cita, y festejeo con el aspirante a noviazgo, prohibido las más de las veces. Solo quien no tenga corazón ha podido olvidarse de estas gestas. Y de otras.
¡El tranvía! "Venecia-Delicias" pintado de verde musgo inconfundible. Línea nº 5. O líneas 30, 40, color plata inalterable.
Pero empezó a llover. Agua y prosperidad. Prosperidad y atascos de circulación. Agua, invasiones de calzadas circulatorias y prisas por estar a nivel más europeo. Conforme nos encaminamos sin mirar atrás hacia la modernidad asfixiante, el pobre vehículo, envejecido, romántico, se convirtió en estorbo integral y pasó al trastero definitivo del olvido. Y en aquellas 'Las Cocheras' ha permanecido como en hibernación. Dormido en sueño profundo...
Hasta hoy, que parece ya ayer. De nuevo con nosotros, redivivo, modernizado, con aire supersónico y jotero, ocupando además de sus vías, el espacio para contento y solaz de unos. Para queja y protesta eterna de otros. Solo el tiempo, como es habitual, marcará los hitos de acierto o desacierto.
Mientras, nosotros que lo veamos entretenidos con estas pinceladas históricas. Semiborradas de la memoria casi:
Año 1850 Un tranvía de caballos
Año 1903. Conviven el tranvía de tracción animal y el eléctrico
La red se expande rápidamente en forma radial por toda la ciudad, con la actual Plaza de España como centro. Esta expansión se mantendrá hasta la década de los 50, cuando se podría decir que la red de tranvías zaragozana, cuya concesión dependía de la familia Escoriaza, vive su época dorada, hasta el punto de que las dos únicas líneas de autobuses existentes fueron suprimidas, siendo sustituidas por nuevos y modernos servicios de tranvía y de trolebús.
Gracias a su orografía, Zaragoza se presentaba como idónea para un medio de transporte como el tranvía, lo que derivó en que llegaran a existir en la ciudad hasta 17 líneas principales con diferente longitud. Esta rápida expansión hizo que los zaragozanos comenzaran a ver sus trenes y líneas como un elemento característico de su ciudad que, con el paso de los años, influyó sin duda en el desarrollo económico e incluso urbanístico de Zaragoza. Años 60: Conviven entonces todos los existentes en la ciudad: Tranvía, Trolebús, Autobús...
En los años sesenta, se inicia una época de fuerte crecimiento de la ciudad en la que los intereses económicos y empresariales son el centro de todas las decisiones. Se impulsa el crecimiento del parque automovilístico y los tranvías comienzan a ser sustituidos por líneas de autobuses paulatinamente hasta que el 23 de enero de 1976 el tranvía de Zaragoza realiza su último viaje tras el cierre de la línea Parque-San José.
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Yo no conocí el tranvía de aquella época pero me resulta reconfortante saber que las cosas del pasado son útiles en el presente y se acomodan a los tiempos que corren. Creo que con unos pequeños ajustes y un poco de tiempo nosotros nos acomodaremos a él,y volverá a formar parte de la historia de Zaragoa.
ResponderEliminarjosejosesita.
La historia de tus tranvías de Zaragoza parece hermana de la de los de Granada. La rueda y el asfalto lo dominaron todo. Siendo ya maestro recuerdo los últimos viajes a Sierra Nevada con mis alumnos adolescentes. Los restos del último tranvía, debidamente restaurados, los usé durante varios años como biblioteca infantil en un precioso bulevar que se llama Paseo de la Bomba, porque tiene una bomba convertida en fuente. Un buen día, alguien le metió fuego al tranvía. Un beso
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