Y COMO SIEMPRE. CANTANDO

Una de las mejores maneras, si no la mejor, de vivir a pleno rendimiento es poner a salvo toda la capacidad  de raciocinio, o sea  que nuestra cabeza  deje de dar vueltas. Y echarse a cantar.
No es una frase hecha, ni un adagio chino, ni proverbio oriental:  Es una verdad absoluta que 'quien canta su mal espanta'.
Todos los santos tienen octava. Naturalmente, todos los eventos, santificados o  demonizados, tienen la suya.
¿Creeréis que ya se ha pasado como si nada  una semana desde que comenzó desbocada la era de la postmodernidad?  Siete eternos días atizando la leña  ardiendo, con chispas,  en que quedó la nave después del escalofriante resultado global.  Una semana, lo justo para ver la magnitud  de la derrota  o victoria, según  unos u otros. Y  mucho  mal, que  no se sabe si tendrá cura a corto, mediano o largo plazo.
Los padres barones del desaguisado socialista saben muy bien  lo que se avecina , tanto si se ingresan en las 'Urgencias', a que los curemos,  como si se echan a la arena,  a por ellos, a por el toro. O a por los leones.
Llegan noticias de que los de las baronías sabrán sortear sus males a golpe de congreso, primarias o secundarias. 
Yo, que no soy de ese cuadro de mandos,  probaré con la terapia casera. Cantaré.
Confío ensanchar mis pulmones. Y que mis males se espanten de una vez. Habré cumplido doble objetivo.