EL JEFE

En   buena parte de  circunstancias, por ejemplo las laborales,  es motivo de escalofrío general que te visite el jefe.
"...Mañana, a las 0:034 h. preséntese a su puesto porque ¡viene el Jefe"!
Y hala, a temblar llaman.
La que se nos avecina, la circunstancia, poco  o nada tiene que ver con el tremor ni la paralización de miembros.
Este singular mandatario de estado y asuntos de religión no pretende infundir pavor. Es muy simple la justificación de su visita:  la anuncia  como gozoso  encuentro con la chobenalla. En letra gorda queda impresa como JMJ.
También las tragedias suelen pasar al reclamo histórico con sus siglas y todo. ¿Recuerdan el 14-M, el 23-F, el 20-N?, el 18-J 36?
El jefe llega inmortal-izado y adobado con énfasis no solo por los jóvenes SUYOS sino por la adultez con carga de gobierno.
Con la aquiescencia incluso de quienes tangencialmente puedan sacar un más que mínimo provecho de la visita del pápa-estrella, no luna.  Véase cortesingleses, mercados'onas', carrefures,  y más.
Viene el jefe y habrá que apresurarse a pillar puesto.  Un bonobus  a precio saldo y  con suerte de alguna oenegé, con picnic para engañar el hambre.
Viene un jefe y los rebotados, parientes carnales de los indignados, reivindican manifestarse en contra.
El frente argumental está servido. Quienes solo aspiran a que no se gaste un solo céntimo de dinero público en un fasto absolutamente de carácter pastoral, por tanto no de la totalidad de individuos, aducen que su marcha ha de ser ante todo pacífica. Es más que probable que una fuerza mayor les vete la manifestación
Quienes dan por hecho que toda autoridad  viene de dios, no encuentran supérfluo ni de lejos  un solo euro que se destine al relativizado jefe.
En tiempos precolombinos hubo también gran jefe indio, que mandaba barbaridad y sometía a la población postrada.
En la fábrica de 'XXXX' hay un gran jefe también que reparte aguinaldos entre sus súbditos  y los lleva de paseo en coche feo.
Este jefe,   ¡que viene,  que viene!  no tiene manías:  En cualquier parte que se apee, siente estar como en su propia casa.  Por eso mismo ha decidido venirse p'a España. Porque aquí todos estamos contentos como castañuelas cuando nos visitan superstars. Aunque venga el jefe y eso ya se sabe que impone una barbaridad.
Rouco es un señor vestido de negro que no ve ni un peligro en esta visita. Ha manifestado  públicamente que  asistirá como oyente asistente. Y que pagará a escote de su bolsillo lo que le manden pagar.
Los que no somos proclives al gasto público indiscriminado nos dan arcadas de protesta con una visita que traducida a euros, podría ser el comienzo de la exhibición -cuestación en favor de los pobres enteros  del cuerno de África. Se llaman   Somalia. No quieren pápas pero se mueren de hambre igualmente. Y con esto nos quedamos. Nos va a servir de nada la protesta.